La polémica por los intentos de independencia de Cataluña llevados a cabo por la mayoría minoritaria de su Parlament, están generando una gran tensión en la economía de esta Comunidad Autónoma. Una división que se ha trasladado desde la política y la sociedad a los indicadores macro económicos e incluso tiene efectos en el mercado inmobiliario en otras ciudades españolas, como Madrid. Vivimos en un mundo cada vez más interconectado y la inestabilidad en la que se ha instalado la sociedad catalana se transmite al resto del mundo, que se ha hecho eco de la creciente incertidumbre experimentada en la región.
Una de las estrategias de los independentistas catalanes se basa en la internacionalización del conflicto que mantienen con el Gobierno de España. Sin embargo, en términos de mediación de terceros, podría llegar a resultar fructífero para ellos; por lo que respecta a la coyuntura económica, está teniendo unos efectos ciertamente negativos para sus pretensiones.
No olvidemos que las esferas de la política y la economía no son estancas, de manera que la crisis que se está incubando en la segunda, sin duda, también afecta a la primera. En este sentido, las expectativas de los independentistas se revelan como menguantes.
A decir verdad, cualquier observador de la política internacional y la teoría del Estado puede constatar que la independencia de Cataluña, hoy por hoy, resulta inviable. No solo debido a la falta de reconocimiento por parte de otros países (reconocimiento por parte de la ONU y establecimiento de tratados bilaterales de comercio), sino, sobre todo, por la complejidad de controlar el territorio (la soberanía, junto a la población y al territorio, es uno de los componentes básicos del Estado) e implementar las instituciones y los organismos propios de un Estado paralelo al que ya está articulando los suyos, España.
Sin embargo, aunque resulte notorio que, a medio plazo, la independencia catalana es inviable, el contexto político crispado y las imágenes que llegan al exterior han propiciado una fuerte incertidumbre en los diversos sectores económicos que conviven en esta Comunidad Autónoma. El empresariado casa mal con la inseguridad jurídica y el aventurerismo político, por lo que esta incertidumbre se ha trasladado irremisiblemente a la esfera económica.
A continuación, te contamos los principales efectos que la crisis catalana está teniendo en el mercado inmobiliario.
¿Cómo está afectando el independentismo catalán al mercado inmobiliario?
Aproximadamente, cien empresas abandonan su sede fiscal y social cada día, en Cataluña, desde que el mes de octubre supuso un salto cualitativo de los acontecimiento propios del proceso independentista. Se trata de unas cifras que revelan el altísimo coste de la crisis aún latente.
Como puede deducirse de estos datos, el sector inmobiliario no ha sido ajeno a este contexto crítico. Barcelona, de manera similar a Madrid, registraba, según la consultora CBRE, un incremento del 10 % de los precios en la vivienda de obra nueva. Incluso se podía señalar que el mercado inmobiliario barcelonés estaba regido por tendencias más dinámicas que el madrileño.
El alquiler (sobre todo, por parte de los fondos de inversión; y perfiles de clientes de clase media y media-alta, en especial, extranjeros) había tirado del mercado en los tiempos de la recuperación. En especial en los distritos del centro de la ciudad, una tendencia que tampoco era desconocida en la capital de España.
No obstante, la incerteza que genera el clima político está enfriando el mercado inmobiliario catalán. Una congelación que constituye la fase previa de la recesión (hay clientes que pierden las arras y no hacen efectivas las operaciones, entre un 40 y 50 % de ellas, y en algunas agencias inmobiliarias se dejan de recibir solicitudes de información sobre sus activos). La comparación entre el antes y el después de los días más candentes del proceso nos muestra un incremento interanual de los precios de las casas que ha descendido de un 20 a un 17 %.
Unos efectos que ya se percibieron en Escocia y Quebec
La coyuntura catalana no resulta singular, sino que hay ejemplos históricos que permiten establecer paralelismos. Por ejemplo, el precio de la vivienda descendió un 0,2 % en Escocia durante las fechas que rodearon su referéndum de independencia del Reino Unido. Algo similar ha estado sucediendo, desde la celebración de su primer referéndum de independencia, en la provincia francófona canadiense de Quebec.
Alrededor de setecientas empresas se marcharon de ella, la economía creció un punto por debajo de la media del Estado y se produjo la emigración hacia otras zonas del país de, aproximadamente, cien mil ciudadanos.
Los efectos en el mercado inmobiliario madrileño asociados a la crisis catalana
Ya te habíamos avanzado que Madrid lideraba las tendencias alcistas españolas en materia de vivienda. El proceso independentista catalán, como antes había sucedido con el Brexit, ha contribuido a afianzarlas.
Tengamos en cuenta que complejos como la barcelonesa Torre Agbar daban alojamiento a numerosas oficinas de empresas que, ante todo, buscan seguridad y oportunidades de negocio. Ante la incertidumbre de la situación catalana, estas empresas (como, por ejemplo, diversas startups) prefieren la seguridad que proporciona el contexto social madrileño.
Esta coyuntura fomenta, de importante manera, el alquiler de pisos y oficinas mediante el que se da cobertura a las necesidades del personal que se ha trasladado desde Barcelona y para el que se buscan oficinas y residencias (con una alta preferencia, debido a las condiciones por las que se tomaron estas decisiones, por el alquiler) en las que desarrollar ocasional o permanentemente sus actividades laborales y cotidianas. La inversión inmobiliaria, por su parte, opta por apostar por un mercado más seguro.
Por tanto, el contexto descrito empieza a tener efectos muy claros en zonas de la capital de España con gran demanda de locales de oficinas. Áreas en las que, de hecho, la demanda supera a la oferta. Una de ellas es el Paseo de la Castellana, donde el metro cuadrado en alquiler, en el plazo de un año, ha experimentado un aumento de precio (de 22 a 24 euros).
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